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Atardecer en el Retiro

Creado por el todopoderoso Conde-Duque de Olivares para distracción y solaz del perezoso Felipe IV, el Real Sitio de El Retiro abarcaba mucho más que el actual parque, cuya extensión se ha visto mermada en beneficio de las calles abiertas entre la calle de Alfonso XII y el Paseo del Prado. El conjunto se completaba con el monasterio de San Jerónimo el Real, del que nos resta la actual iglesia de la misma advocación, y el monumental Palacio del Buen Retiro, arruinado durante la Guerra de la Independencia y demolido durante la segunda mitad del siglo XIX, de cuya estructura nos queda el Casón del Buen Retiro y el edificio que, hasta hace pocos años, albergaba el Museo del Ejército.

El Parque del Retiro permaneció para uso y disfrute exclusivo de la realeza española hasta la época de Carlos III, quien abrió el recinto, parcialmente y con ciertas condiciones,, para, finalmente, abrirse a todo el pueblo madrileño, en el año de 1868. Uno de los rincones más frecuentados del parque es el llamado Estanque Grande, ya existente en el primer diseño del mismo, de la época del Rey Planeta, en el cual se realizaban naumaquias, o batallas navales, muy del gusto del soberano. Actualmente, el estanque está a disposición de los ciudadanos que deseen dar un tranquilo paseo en barca o, simplemente, sentarse en la escalinata del monumento a Alfonso XII a disfrutar del bello atardecer madrileño.

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