De Cuatro Caminos al Top 40: ascensión, caída y ¿resurrección? de los tres Mecano.(I)
Introducción
En la noche del 24 al 25 de noviembre de 2011, el periodista Juan Antonio Abellán, de Punto Radio, anunció urbi et orbi la reunión, para algún momento del año 2012, de uno de los grupos de música pop más emblemáticos de la historia de España, que fue capaz de mover afectos y odios como ningún otro. La noticia ha hecho correr verdaderos ríos de tinta, y la cadena de comunicados y desmentidos que se produjo en las semanas siguientes no ha hecho sino aumentar la confusión. Lo que sí demostró la noticia, tanto si se confirma su veracidad como si acaba siendo un bulo o un globo-sonda más, es que el interés por todo lo que rodee a estos tres madrileños nacidos entre 1959 y 1963 no ha decaído como auguraban sus detractores hace tiempo.
Este esbozo de biografía no es un panegírico en favor de Mecano. Tampoco es un panfleto para ponerles a caer de un burro. El autor confiesa que hay en ellos más cosas que le gustan que cosas que le disgusten, pero aun así procurará ser lo más ecuánime que pueda ser. El propósito por el que se ha movido esta Gatera electrónica en sus ya tres años de vida ha sido poner al alcance de los madrileños el mayor número posible de datos sobre la historia de su ciudad y de su región, y desde luego, si la aparición de unas personas que logran poner en circulación 25 millones de discos en varios continentes no es un acontecimiento destacable en la cronología de la Villa y Corte, pues que venga Dios y lo vea. Hasta que el Real Madrid no salió de su atonía en los años 90 y no volvió a ganar copas de Europa como en los tiempos de don Santiago Bernabéu, no habíamos tenido unos embajadores populares tan populares como estos. Los goles de Cristiano Ronaldo, aun espectaculares, son efímeros, pero algunas canciones ya están grabadas a fuego en la memoria de varias generaciones.
El paso del tiempo es un filtro muy sabio, que va poniendo a todos en su sitio. Del centenar de canciones que compone el fondo musical de Mecano entre material publicado de manera regular en los discos primitivos, y maquetas e inéditos divulgados en los años posteriores, hay muchas que a día de hoy pueden producir risa o sonrojo (al fin y al cabo no eran otra cosa que la diversión de tres chavales que querían pasárselo bien en una ciudad que quería pasárselo bien) pero hay otras que ya han ingresado por méritos propios en el “standard” español de la música popular. Las cantan los colegios en las excursiones de sus chavales a la Sierra. Las tararea la gente en la ducha. Las utilizan profesores de español en países extranjeros para que los estudiantes se pongan al día de los vericuetos de nuestra sintaxis...
¿Que tenían su punto hortera en ocasiones? Cierto es. También es una horterada suprema el suplemento verde que le pusieron a las torres de la plaza de Colón, y también es una horterada el Museo de Colecciones Reales, que ha colocado en la zona más noble y cargada de historia de la ciudad un mamotreto similar a un radiador de calefacción gigante, así que por lo menos, si tienen que venir horteradas, que sean inocuas.
1. Tres chicos por Raimundo Fernández Villaverde.
Había una vez un barrio cualquiera, en una ciudad cualquiera de un país cualquiera. Finales de la década de 1970. La década prodigiosa había sido la de los 60 en la mayoría de países, mas en este lugar de nuestra historia los prodigios se estaban todavía gestando, por aquello del desfase histórico que solíamos arrastrar los españolitos en los siglos XIX y XX. De momento, tras un pasado turbulento de algaradas políticas y militares, aquel país llamado España trataba de desperezarse como podía.
El barrio del que van a surgir nuestros personajes tenía unos límites medianamente definidos, que podríamos situar mas o menos entre la glorieta de los Cuatro Caminos, la calle de los Artistas, el complejo de rascacielos del AZCA, en el que ya florecían algunas torres como la hoy desaparecida Windsor, pero que contaba con un enorme espacio vacío, la plaza de Pablo Ruiz Picasso, donde crecería más tarde otra torre, igualmente bautizada en honor al pintor malagueño. La siguiente linde de nuestro barrio la formaba por Oriente el paseo de la Castellana, y el círculo se cerraba por tierras chamberileras de la zona de la escuela de ingenieros de Minas, la calle de Ríos Rosas y las grandes calles que bajan hacia el corazón de la urbe, la de Santa Engracia y la de Bravo Murillo.
Eje fundamental de los comienzos de esta historia es la calle de Raimundo Fernández Villaverde, que honra a un economista de tiempos pasados y que es una de las edificadas sobre el antiguo Foso del Ensanche del siglo XIX. En esta calle de don Raimundo hay un enorme edificio, el Hospital Obrero de la esquina de Maudes, que es obra del arquitecto Antonio Palacios, el mismo del palacio de Correos de la Cibeles, pero que se encuentra por entonces semiabandonado[1]. Su aspecto de castillo hace que sea un lugar frecuentado por los niños del barrio para imaginar mil historias de buenos y de malos, de piratas y de héroes.
Por otras zonas anda la Jamonería Salamanca. El Cine Regio[2]. Algunos bares a donde llegan las primeras máquinas recreativas de videojuegos. En el desnivel de la calle de don Raimundo con la de los Artistas hay escalinatas de piedra, como la de Don Quijote y la de Dulcinea, en las que conviven imprentas tradicionales con arcos tapiados tras los que se adivinan entradas a refugios antiaéreos que cobijaban a los madrileños durante los bombardeos de la Guerra Incivil.
Llegamos un poco más abajo. Por medio de lo que ahora es el distrito de Tetuán hay una frontera sociológica, la que divide las antiguas casitas de dos o cuatro plantas nacidas en la orilla oriental de la calle de Bravo Murillo de los modernos bloques de los años 60 y 70 que rodean al complejo AZCA y que son la avanzadilla del escenario por el que conviven los personajes de la Costa Fleming de la novela de Ángel Palomino: empresarios, oficinistas de altos vuelos, especuladores del hormigón, los tecnócratas y sus queridas. Casi lindando con esta frontera hay una zona que no se ajusta bien a un arquetipo ni al otro, en la que tenemos las ruinas de la Colonia Maudes, armoniosas casas que habían sido demolidas para dar lugar a un solar vallado en el que la constructora JOTSA colocó un cartel azul: Faltan X días para la terminación de esta obra. Cada día, un obrero iría cambiando a mano unas placas con números, al estilo de los marcadores de los campos de fútbol primitivos, para indicar lo que faltaba para terminar la obra, que unos años después daría lugar a los bloques de viviendas denominados Géminis I y Géminis II, situados en la orilla sur de la calle de don Raimundo. Al lado del cartel de la JOTSA pasan unos autobuses amarillos: son los de la Continental-Auto, que en la vecina calle de Alenza tiene su estación para unir Madrid con varias capitales del Norte de España como Burgos y Santander[3].
Enfrente del solar del futuro Géminis, y enfrente de por donde está girando el autobús de Madrid a Santander para abandonar la calle de Alenza y unirse a la de don Raimundo, tenemos un moderno edificio de ladrillo, en la acera norte de esta última vía. Es el bloque formado por los números 43 y 45 de la calle de Raimundo Fernández Villaverde. Entonces eran dos portales del mismo edificio, completamente idénticos[4].
Y hemos llegado por fin al inicio de nuestra historia.
En este portal número 45 de la calle de Raimundo Fernandez Villaverde vive la familia de los Torroja. El viejo patriarca, don Eduardo Torroja Miret, había muerto en 1961, y es todavía hoy un personaje clave de la ingeniería española. Uno de los pioneros del hormigón armado, a él se deben las cubiertas del Hipódromo de la Zarzuela, el desaparecido Frontón Recoletos o las bóvedas de la estación de la Renfe de los Nuevos Ministerios, no muy lejos de allí. Fuera de Madrid se le deben monumentos físicos, como mercados o acueductos, y monumentos intelectuales, como la póstuma Instrucción para el proyecto, construcción y explotación de Grandes Presas, documento destinado a evitar catástrofes como la que años antes había anegado el pueblo zamorano de Ribadelago por errores y chapuzas en la construcción de la presa de Vega de Tera[5]. Los méritos de don Eduardo fueron recompensados por el Estado con un título de marqués.
El hijo de don Eduardo es José Antonio Torroja Cavanilles, otro ingeniero de caminos, autor del Puente de Róntegui en Baracaldo, que también llegará a alcanzar un gran prestigio. Será muchos años director de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, de la Revista de Obras Públicas e intervendrá en asuntos como el diseño de traviesas de ferrocarril aptas para el cambio de ancho de vía al sistema europeo (que se decidirá finalmente en el año 1988) . José Antonio y su mujer (que fallecerá muy prematuramente, en 1985) tendrán la compañía de varios hijos que, en esos momentos de transición de la década del 70 a la del 80, alegran la vida del vecindario de ese portal 45 de la calle de don Raimundo Fernández Villaverde. Están, entre otros, Jaime, que hará alguna tentativa en la música pop con un grupo llamado Doctor Livingstone, supongo. Está Celia, que por entonces trabaja en la Espasa-Calpe de la carretera de Fuencarral a Alcobendas, y está Ana. Su nombre completo es Ana Torroja Fungairiño[6], y había nacido un 28 de diciembre de 1959 en la clínica de La Milagrosa, a algunos centenares de metros al sureste de aquella casa. Desde pequeñita tendrá que acostumbrarse a las bromas derivadas de haber nacido en el día de los Inocentes, pero parece llevarlo con filosofía.
En la casa de los ingenieros hay un piano, y en las fiestas familiares no es raro que Ana acabe cantando la canción francesa Frère Jacques. A Ana le pilla la época de transición a partir de la cual en las escuelas españolas se deja de enseñar mayoritariamente el idioma de Balzac para dar paso al de Shakespeare, que viene pegando fuerte muy arropado por la ciencia y la tecnología. En el año 1979 Ana acaba de cumplir veinte primaveras y se desenvuelve con bastante soltura por aquella ciudad, aquel barril de cerveza a punto de estallar que diría Javier Gurruchaga.
El barril acaba estallando. Los deseos de modernización de España tras las décadas trágicas de la guerra y de la dictadura militar se hacen realidad, y al estallido del barril contribuye la agitación hecha desde varios puntos y circunstancias, caso de la presencia de músicos argentinos exiliados de la otra dictadura, la de Videla, caso de la llegada al Ayuntamiento de Madrid del intelectual Enrique Tierno Galván, caso de la labor previa hecha por pioneros como Miguel Ríos para acercar a las masas músicas que se salgan de las interpretaciones más casposas de la copla y el flamenco (casposidades que habían logrado desprestigiar al flamenco de verdad).
El estallido del barril tiene algunos efectos negativos, como el desprecio de los entonces jóvenes a otras tradiciones musicales previas, como la italiana procedente del festival de San Remo, o el desbordamiento del consumo de drogas. Pero es el signo de los tiempos. El fin del aislamiento internacional hace que todos los fenómenos culturales que habían aparecido a lo largo de los años 60 y 70 en los países democráticos irrumpan de golpe y de manera incontrolada en la España de 1979. Se mezclan los hippies de excesivo optimismo en el porvenir de la era de Acuario con los punkies del “no hay futuro”. Los heavies con los rockers. Los poperos melódicos con los primeros balbuceos del tecno. Aquello era un galimatías, pero en líneas generales funcionó bastante bien, y de hecho hoy en día es recordado como “los buenos tiempos” a la espera de que algún nuevo cataclismo cultural nos traiga un golpe de aire fresco similar.
No es bueno que la mujer esté sola, y enseguida Ana comienza a hacer muy buenas migas con un chaval, que vive por la calle de Ríos Rosas y que se llama José María Cano Andrés. Ha nacido en la Villa y Corte el 21 de febrero de 1959, pero la familia viene de Zalamea de la Serena, población de bastante importancia de la provincia de Badajoz.
El chico también tiene inquietudes por las artes, aunque todavía duda si meterse en la música o en la pintura. Acude a veces por una academia llamada Artaquio, que forma pintores y dibujantes en la calle del Marqués de Lema, una de las que mantienen el viejo pavimento de adoquines a poca distancia de la glorieta de los Cuatro Caminos. Las abuelitas bienpensantes de los bloques números 9 y 11, los más antiguos de esa corta vía[7], desconfían de la academia porque ven tras ella la mano siniestra de los “hippies”, como llaman en bloque a toda la gente rara y moderna, sean hippies, mods, rockers o lo que sean.
Las primeras influencias musicales de Ana y José van por senderos neo-folkies y de cantautores inclasificables, como el de las geniales Vainica Doble (Carmen Santonja y Gloria Van Aersen). También se dejan ver por algún homenaje a la líder comunista Dolores Ibárruri, regresada del exilio, pues la familia Cano tenía varios republicanos entre sus miembros. Paradójicamente, cuando el proyecto de montar una banda musical estable se haya hecho realidad, el ala del grupo más adscribible a algún tipo de “progresismo” corresponderá al tercer miembro, Nacho, del que vamos a hablar enseguida, mientras que José hará el papel de “conservador”, entre comillas los dos términos porque en realidad ambos, cada uno en su estilo, han sido bastante críticos cuando no directamente satíricos, con las vanidades de la clase política nacional.
Televisión Española, de la que se decía que era la mejor televisión de España (era la única) tenía ya algún programa musical relevante. José fue elegido por TVE para participar en el programa Gente Joven[8] actuando bajo el nombre de José María Cano y amigos. En ese primer contacto con el mundo televisivo, la pareja Cano-Torroja, que por entonces lo era en el terreno tanto artístico como sentimental, interpretó junto a Nacho la canción propia ¿Qué haces tú en el mundo? compuesta por él mismo, y una versión de Al alba, de Luis Eduardo Aute[9].
Los árboles de Madrid, especialmente en barrios cercanos a la Ciudad Universitaria o al otro campus de la Complutense, el de Somosaguas, eran utilizados como improvisados tablones publicitarios para anunciar fiestas organizadas por los estudiantes de las diversas carreras. La Politécnica tampoco se quedaba atrás en estos eventos, y conforme más se acercaba uno a los recintos universitarios, más disponían los árboles de una segunda corteza superpuesta a la suya natural, formada por carteles fotocopiados de esta índole, y por miles de grapas de los anteriores carteles que la lluvia, el sol o los empleados de limpieza del Ayuntamiento iban retirando. Si hoy en día queda vida vegetal en pie en la Avenida de la Moncloa (corredor natural de comunicación entre Cuatro Caminos y las universidades) es sin duda porque la madre Naturaleza dispone de mecanismos de autorregeneración impresionantes frente a las perrerías que le hacemos los humanos.
Por este circuito de fiestas universitarias se movía el grupo, que ya era un trío, pues el hermano pequeño de José, es decir, Ignacio Cano Andrés (Madrid, 25 de febrero de 1963), se les había unido de manera formal. Ana y José tuvieron inquietudes por los estudios superiores, la una por la Economía y el otro por la Arquitectura, de la que llegó a hacer algunos cursos en la Universitat Politécnica de Valencia, circunstancia que será muy significativa por la relación que tendría nuevamente muchos años después con esta capital mediterránea. Nacho, en cambio, tenía claro que su vocación era la música. Se había educado en los jesuítas de Nuestra Señora del Recuerdo, en el antiguo pueblo de Chamartín, considerados una de las órdenes más avanzadas y culturetas de la Iglesia Católica, y le estaba pillando de lleno la irrupción de la estética tecno y de los primeros ordenadores aptos para el mercado doméstico. Desde ese momento hasta la actualidad la relación entre los dos hermanos ha pasado por diversos altibajos, pero por lo general Nacho ha supuesto la vena vitalista y de ritmos rápidos de la banda, y José el contrapeso serio y pausado. A efectos musicales, la inspiración del hermano pequeño vendría de las corrientes anglosajonas, y la del hermano mayor sería más latinizante. Ya entonces Ana tuvo que hacer de mediadora en algunas disputas.
José colaboraba en la letra española de la sintonía de una serie de animación francesa que se emitía por TVE: Ulises XXXI, que mezclaba el mundo homérico con la ciencia-ficción. El salto definitivo al mundo discográfico les vino de la mano de personajes como Gonzalo Garrido, DJ del bar Honky Tonk[10], como el excéntrico jiennense Francisco Miñarro, Paco Clavel para los amigos, o como el polémico cazatalentos Miguel Ángel Arenas, alias “Capi”, y consiguieron la publicación de un single bajo el sello de la Columbia Broadcasting System, la CBS para los amigos. Llegó el momento de elegir un nombre para la banda, y se descartaron varios experimentos previos como Prisma, que también había utilizado Nacho con otros colegas suyos (Nacho se movía con gente como Golpes Bajos o los que serían sus íntimos amigos de La Unión, a los que había conocido en Chamartín). Casi se elige Mecano Humano, por contener el apellido de los dos compositores y por imitación de la banda The Human League, y finalmente se quedaron con Mecano a secas, nombre casi idéntico al del juego de construcciones Meccano, al que por entonces estaba desplazando una cosa de plástico de los daneses llamada Lego[11] y que hoy solo conocen algunos iniciados.
El tema del single era Hoy no me puedo levantar, en el que en 1981 y por indicación de su primer equipo de asesores abandonaron la vena folkie-cantautoresca de sus inicios para dar inicio a la etapa de pop adolescente que iba a caracterizar la mayor parte de su producción bajo el sello CBS. La canción fue radiada en Los 40 Principales, de Radio Madrid (emisora destinada a convertirse en su gran vehículo de promoción en el futuro, de la mano del locutor Joaquín Luqui) y el disco tuvo una difusión de unos cuarenta mil ejemplares.
2. Del Palace a la eternidad.
La buena acogida que tuvo el primer single, debida más a estrategias de autopromoción hechas por la familia Cano en Madrid y Valencia que a la confianza que tenía la discográfica en el proyecto, hizo que se hicieran circular algunas canciones más en formato single, es decir, en discos de vinilo pequeños de 45 revoluciones por minuto con capacidad para una canción por cada cara, pero todavía sin el apoyo definitivo para entrar en lo que era la “primera división” de la industria musical de entonces es decir, los Long Play, LPs o álbumes de 33 revoluciones por minuto y capacidad para múltiples canciones por ambas caras. En la era del Spotify es muy necesario detallar estos conceptos técnicos, que a muchos lectores nacidos con posterioridad a la década de 1990 les sonarán seguramente a chino. El CD ya se estaba experimentando y haciendo circular para el mercado de la música clásica, pero lo que se utilizaba a nivel popular era el disco de vinilo cuando se estaba en casa, y la cinta de cassette cuando se iba en el coche, o cuando se iba por la calle con alguno de los primeros modelos de Walkman, inicialmente una marca registrada de Sony, pero que a la larga acabó designando a todos los reproductores de cassette portátiles, fueran de la marca que fueran, de igual manera que se llamaba Jeeps o Land Rovers a todos los automóviles todoterreno.
Llegó por fin la presentación en el hotel Palace del primer LP, el 5 de abril de 1982, con su equivalente en cinta de cassette, titulado Mecano a secas y con una curiosa estética en su portada y contenido interior que mezclaba un reloj con elementos de arquitectura neoclásica (algunos folletos de promoción de entonces mezclaban esos elementos con otros bastante más horteras). Dos días antes, Mecano había ofrecido su primera actuación en directo, en la Discoteca Dream's Village en Pinedo, a las afueras de Valencia[12].
Para el 9 de mayo había habido alguna actuación más por la zona valenciana, y el LP había vendido 70.000 ejemplares[13]... y durante el resto del año 82 superó el medio millón. Lo que había surgido poco menos que como una diversión de estudiantes se había convertido en una mina de oro para la CBS. Entre las razones que llevaron a este repentino triunfo estuvieron sin duda los deseos del oyente de que le dieran “algo nuevo”, pues la escena estaba sobresaturada, por un lado, de andaluzadas cutres de años anteriores (que no hay que confundir con la verdadera alma musical de Andalucía), y por otro, por cantautores de tipo político de los años 70, entre los que destacaban seis o siete genios como Luis Pastor o Joan Manuel Serrat, pero entre los que había también verdaderas hordas de pelmazos y de oportunistas. A partir de entonces, en Madrid se puede decir que hubo dos canales principales de penetración de las nuevas músicas anglosajonas en la ciudadanía. Uno eran los grupos del estilo Mecano o La Unión, y otro era el ala más “ortodoxa” de la denominada Movida Madrileña. Algunos críticos y estetas meten todo en el mismo saco de la Movida. Otros consideran a Mecano como una alternativa a la Movida. Otros, unos traidores a la Movida. Una visión más tranquilizada por el paso del tiempo nos permite ver que en realidad, en el Madrid y en la España de la primera mitad de los 80 coexistieron varias Movidas, que unas veces se solapaban, otras coincidían y otras simplemente coexistían, dentro de un ambiente común de apertura cultural al extranjero, en el que se estaban haciendo los acercamientos fundamentales a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE, hoy Unión Europea) tras los períodos negros de aislamientos, guerras, revueltas y cuartelazos vividos desde la era de Fernando VII (1814-1833) hasta la promulgación de la Constitución de 1978[14].
MECANO (1982) Listado de canciones.
1. Hoy no me Puedo Levantar (3:16) (N,J)
2. No me Enseñen la Lección (3:10) (N)
3. Perdido en mi Habitación (3:43) (N)
4. Cenando en París (4:14) (J)
5. Maquillaje (02:29) (N)
6. Boda en Londres (Instrumental) (03:27) (N)
7. Me Colé en una Fiesta (04:14) (N)
8. La Máquina de Vapor (03:21) (N)
9. Me Voy de Casa (02:15) (N)
10. 254-13-26[15] (4:09) (J)
11. El Fin del Mundo (5:14) (N)
12. Sólo Soy una Persona (1:46) (J)
Nota a este y posteriores listados:
(M:SS) Duración en minutos y segundos.
(J) Tema compuesto por J.M. Cano.
(N) Tema compuesto por N. Cano.
Continuará...
Las fotografías que ilustran este artículo han sido obtenidas de http://www.zonamecano.com , http://musikxchange.blogspot.com.es y www.20minutos.es.
Este articulo ha sido visto 10.092 veces
Autor del artículo
Comentarios
Buscador
Suscribir al Boletín
Suscríbete a nuestro boletín para recibir las novedades. Ya somos 732 suscriptores
Fotos en tu eMail
Si quieres recibir las novedades que subamos a la web suscríbete al boletín de fotoMadrid. Puedes invitar a quien quieras. A la persona le llegará una invitación y tendrá que activar un enlace para quedar suscrito.